¿Para qué sirve la inteligencia emocional?

Ser  inteligente emocionalmente implica ser consciente de nuestros estados de ánimo y de cómo estos condicionan nuestra interacción con el entorno. Significa que, en base a este autoconocimiento, sabemos regular la expresión de nuestras emociones y gestionar las situaciones que se deriven de ello. Esta sana gestión nos lleva a desarrollar recursos y una actitud positiva frente a la adversidad y así, todo esto nos convierte en seres sociales comprometidos con el bienestar general.

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El concepto ha sido desarrollado por diferentes autores. El modelo más conocido internacionalmente es el que expuso Daniel Goleman en su best seller publicado en los años 90. Sin embargo, aún pasa desapercibido, para algunos,  el modelo «made in Spain» desarrollado por nuestro catedrático Rafel Bisquerra Alzina. Para las que suscriben, este es nuestro modelo de referencia y os invitamos a visitar su web divulgativa para ampliar conocimientos teóricos. Bisquerra, junto con su equipo de la Universidad de Barcelona, es el propulsor de la idea de incluir la educación emocional dentro del currículo escolar.

Y ahora bien, después de estas nociones ultra-básicas ¿para qué sirve la inteligencia emocional en el ámbito de la protección animal? Como diría una de mis alumnas: ¡pues para muchas cosas!. Lo que parece más obvio es la relación en el ámbito del maltrato. Si ahondamos en las causas, descubrimos que cualquier tipo de maltratador es una persona con una carga emocional no gestionada. Por eso creemos que si promovemos una sociedad en la que los individuos seamos conscientes de lo que sucede dentro de nosotros y aprendemos a gestionarlo de manera sana, evitaremos daño y sufrimiento a nosotros mismos y a nuestro entorno.

En una clase de 1º de la E.S.O. los alumnos/as lo expusieron muy bien: «Salió en la tele, ¿no lo visteis? El chico ese que le dejó la novia y como estaba muy enfadado con ella, cuando llegó a su casa le dio una paliza a su perro y casi lo mató». DCF 1.0En este taller el grupo «rebobinó» la historia y analizamos en qué momento se podía haber evitado la agresión. Demostraron dosis de empatía hacia el agresor, lo cuál es digno de admirar y poco común. Después de una hora de debate participativo llegaron a varias conclusiones:

  • La chica tenía todo el derecho del mundo a «cortar» con él. Cada uno/a elegimos con quién y hasta cuándo queremos estar. A veces hay chicos que no lo entienden y luego te persiguen o se meten contigo en twitter porque les fastidia que ya no quieras estar con ellos.
  • El chico se sintió: frustrado, fracasado, abandonado, no querido, rechazado y triste. Y como los chicos no tienen que llorar pues se puso rabioso y el pobre perrito fue el que recibió los golpes. Eso también pasa en algunas casas, que pegan a los niños porque son los más débiles.
  • Si nos hubiéramos encontrado con él antes de llegar a su casa podríamos haberle dicho:
    • Que entendíamos como se siente. Que oír decir a la persona que quieres que ya no quiere estar contigo duele mucho. Pero que todo pasa y que estará bien. Que seguro que tiene amigos que le quieren.
    • Que se desahogue. Que vamos a buscar la forma de sacar el enfado pero sin lastimar a nadie.
    • Que le vendría bien hablar con alguien que le ayude a decir lo que siente.
  • Que el que pega a su perro es como el que se mete con el chico «débil» de la clase, vaya como el bullying. A esos chicos les pasa algo en su casa o se sienten inferiores y por eso van a por los débiles ¿a qué sí profe?

Y entonces les miras y  piensas: ¡que sabios son!

Esta es sólo una mínima muestra de lo que la educación emocional puede ayudar a mejorar nuestra sociedad. No te pierdas los próximos posts en los que empezamos a descubrirte herramientas para implementar.

Sonia Callejas Martín

2 comentarios en “¿Para qué sirve la inteligencia emocional?

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