Después de unos meses sumergidas en nuestras actividades y con poco tiempo para sentarnos a escribir, os traemos un tema con el que disfrutamos muchísimo: cuestionar creencias. Os proponemos conocer en qué consiste y para qué es útil.
Empecemos por el principio:
¿Qué es una creencia?
Se trata de una idea que asumimos como verdadera e interiorizamos de manera inconsciente. Sin darnos cuenta, una creencia determina nuestras decisiones y nos impulsa a actuar de una forma. Se convierten en los ladrillos de nuestra realidad.
¿Cómo se forman?
Muchas de nuestras creencias se generan en la infancia y provienen de los mensajes que recibimos y percibimos de nuestro entorno, en especial de nuestra familia. Pueden ser mensajes que nos empoderen (creencias generativas) y nos ayuden a caminar por la vida, o pueden ser premisas que nos limiten hasta que nos hagamos conscientes de ellas y decidamos cambiarlas. La mayoría de nuestros miedos están asociados a este tipo de creencias limitantes que no responden a un hecho.
A lo largo de nuestra vida, vamos generando creencias en base a nuestras experiencias, por ejemplo: me muerde un perro y creo que todos los perros son peligrosos, así que sufro estrés si estoy cerca de uno y no podré vivir con una persona que conviva con un can (hasta que consiga cambiarla).
Y esto, ¿dónde encaja en la educación emocional?
Pues en una competencia maravillosa llamada «Pensamiento crítico» que consiste nada más, y nada menos, que en cuestionar ese tipo de creencias que no están basadas en hechos y que nos condicionan a la hora de relacionarnos. Os ponemos un ejemplo curioso que nos ha sucedido hace poco: un grupo de adolescentes nos visita en el centro de adopción de ANAA y percibimos cierta sensación de desafío en un grupo pequeño. En el taller de educación emocional, lanzamos preguntas y les escuchamos estas afirmaciones:
- Vosotros tratáis mejor a los perros que a las personas.
- No sé cómo podéis dedicaros a salvar perros cuando hay gente en la calle que no tiene nada.
- Vosotros tratáis a los animales como si fueran personas y os equivocáis porque los humanos somos superiores.
- Los perros abandonados siempre tienen algún trauma.
Fue una sesión inesperadamente interesante. El grupo estaba en actitud de reto y conseguimos que se cuestionaran cada uno de estos «paradigmas» que alguien les había transmitido:
- ¿Quién exactamente de las personas que has conocido hoy ha tratado mejor a los animales que a vosotros? ¿Cómo sabes que yo prefiero a los animales que a las personas?
- ¿Qué te hace pensar que a mi no me importa la gente? ¿Qué pasaría si nadie se ocupara de los 140.000 animales que se abandonan cada año en España? ¿Qué pensarías si supieras que, además de colaborar en protección animal, también pertenezco a Samur social y asisto a personas «sin hogar»?
- ¿Qué has visto o escuchado en esta mañana para llegar a esa conclusión? ¿En qué aspectos es, exactamente, el humano superior a un animal? ¿En qué contextos?
- ¿Cuántos animales abandonados has conocido? ¿Cuántos tenían un trauma? ¿Qué es para ti un trauma?
Normalmente en los talleres cuestionamos todo tipo de creencias. Surgen muchas de género, roles y, cómo no, falsos mitos sobre los animales. A veces invertimos la mitad del tiempo en una actividad de pensamiento crítico y, muy a menudo, somos nosotras las que nos vemos «obligadas» a revisar algunas de las nuestras 😉 .
Os invitamos a cuestionaros como personas, maestras/os, madres y padres todo aquello que sentís como una losa y que condiciona muchas de vuestras acciones. Es como quitarse una venda de los ojos. Al principio no te das cuenta de que algo te aprieta, hasta que sueltas el nudo y ves más allá.
Con nuestros hijos/as y estudiantes vamos a enseñarles a cuestionar como si fuera un juego – sí, también implica que cuestionen lo que tú les dices así que prepárate para ser retado y que no acepten «porque siempre se ha hecho así, «porque es como se hace» o el desesperado «porque yo lo digo». Queremos una sociedad formada por individuos que realmente tengan acceso a la libre elección….¿o no?